De cocina y libros
No hay mayor placer que ser capaz de olisquear y saborear todo aquello que aparece bien descrito en una novela. Notar el calor del horno cuando el protagonista lo abre para vigilar un pastel, o devorar igual de hambriento que el detective saliendo de turno lo primero que encuentra en la nevera.
Nuestro querido escritor Emilio Tejera, que lleva las riendas de su blog en el que podemos leer un montón de historias cortas, largas, reales, ficticias.... y yo hemos encontrado unas cuantas obras en las que la cocina o la comida juega un papel esencial, a veces casi desapercibido pero constante, a veces como hilo conductor. Por lo que nos decidimos a hacer una recopilación de estos libros que se pueden paladear, y como premio, una de las recetas que aparecen en sus páginas. Esperamos que sea un placer multisensorial.
-Las novelas de
Carvalho: El detective gallego -afincado en Barcelona y creado por Vázquez
Montalbán- ha renegado de la cultura (se dedica a quemar una media de un libro
por novela para alimentar su siempre encendida chimenea), de los idealismos y
de varios trabajos, pero a lo que no renuncia es a una buena cena, sobre todo
si está regada con un buen vino. Sobre la cocina de Carvalho se ha escrito mucho, desde la función que ésta ejercía tanto
para el personaje como para el escritor, como de la escasa apetencia del
detective por los postres. Ya puestos, el mejor resumen lo hacía el propio
Carvalho: “Yo nunca como cualquier cosa”.
Recomendación gastronómica: Con
libro de recetas incluido, entresacado de la saga de novelas,
poco más se puede añadir. Sin embargo, hace no mucho salió un post relacionado
con este tema en un blog
especializado en el mundo de la cocina, que a muchos nos ha cautivado desde
hace tiempo por su agudo sentido del humor. El paladar de Carvalho –siempre
exquisito- es, como describen los expertos, muy ecléctico, y da tanto para
manjares de la cocina moderna como para platos más tradicionales, pero si hay
que elegir a elegir, y siendo el detective de origen gallego, nos quedamos con
unas buenas vieiras o unas almejas cocidas en su propio jugo. Ya se sabe lo que
dicen: si el producto de origen es bueno, basta con reforzar su sabor natural.
A veces lo único que necesita un buen alimento –o buen personaje- es que sea
auténtico. Aunque si preferís algo más original, aquí os dejamos esta receta
extraída de “Asesinato en el Comité Central”: <<Carvalho
abrió varias galerías en el taco de atún y las rellenó con anchoas. Salpimentó,
enharinó la bestia y la doró en aceite en compañía de unos ajos. Añadió un poco
de agua y dejó que el lomo de atún se cociera a fuego lento (…) Carvalho lo
apartó y trabajó el jugo resultante como base de una salsa española corregida
con briznas de hinojo (…) esperó a que el atún estuviera frío para cortarlo en
rebanadas depositadas en una bandeja y luego cubiertas con la salsa
caliente>>.
-Montalbano. El
policía italiano creado por Andrea Camillieri en honor a Vázquez Montalbán y
que, desde su reducto en Sicilia, se enfrenta a la mafia, a los políticos
corruptos, a la prensa partidista, y a un desastroso conserje, hay dos citas
que no elude nunca: un reto desafiante, y un contundente plato de pasta. Y si
ésta se ve acompañada de alguna de las exquisiteces marinas que otorga el
Mediterráneo, bienvenida sea. Sherlock Holmes sería capaz de pasar días sin
comer. meditando acerca de un caso: Montalbano seguramente le hubiera mandado a
paseo, y marcharía a proporcionar combustible a sus neuronas.
Recomendación gastronómica. Aunque aquí pega una buena pasta de
inspiración marinera, hay dos platos que pierden a Montalbano: el enorme plato
de salmonetes -cocinados por su restaurante de confianza- que se mete entre
pecho y espalda, o los arancini que le deja preparados en la novela su
sirvienta, y que ha hecho que más de uno, leyendo en la cama, haya sentido la
tentación de levantarse para ver si le alguien le ha proporcionado un regalo
similar. Os dejamos dos
enlaces de dos
bloguer@s que se han atrevido a
imitar los arancini de Montalbano
-El mundo de los
detectives y la policía, como se ve, sirve de muy buena excusa para las
recetas: quizás porque la comida es algo tan personal y tan único que resulta
muy útil para definir un carácter, labor a la que se ve obligado un escritor
cuando trata de describir tanto a héroes como a villanos. Bajo este prisma, no
es de extrañar que la forense Kay
Scarpetta sea una amante de la gastronomía italiana de sus ancestros, e
incluso albergue en su casa una cocina personalizada donde fabrica su propio
pan. En cuanto al bando de los criminales, es de mención obligada hablar del
literario y cinematográfico personaje de Hannibal
Lecter, un excelso sibarita (culto, exitoso, educado, con el inapreciable
defecto de ser un caníbal) que riega los hígados ajenos con un buen Chianti, y
no tiene problemas en que el invitado más pesado de la noche anterior se
convierta, en la velada siguiente, en un manjar a degustar.
Recomendación gastronómica. Al doctor Lecter le agradan mucho las vísceras.
Como los platos derivados de las mismas no son aptos para todos los paladares,
quizás la primera aproximación debería realizarse con la receta que proporciona
la pista para su captura al principio de la película “El dragón rojo”: unas
mollejas… hechas a partir de ternasco o cordero lechal, si os resulta más
difícil encontrar otro tipo de ingredientes… Bien se sabe que entrar al
supermercado a cocinar al cajero es una empresa difícil, incluso aunque el
establecimiento se halle abierto los domingos. De todas maneras, abajo os
colocamos la página del Larousse Gastronomique que Lecter utiliza como base, por si queréis (si el zoom, la perspectiva
y el francés os lo permiten) seguir la receta paso por paso. Aunque si se trata
de homenajear a las películas, hay que reconocer que el autor de este vídeo es bastante original al respecto.
-Doña Flor y sus dos
maridos: Ésta es una novela sobre el deleite. El placer que proporciona la
pasión, espiritual, carnal o a través de cualquier sentido físico, incluyendo
también el del gusto. Doña Flor es un ama de casa brasileña de los años 50 con
una habilidad excepcional para la cocina, y lo único que es capaz de
despistarla de sus postres y de las clases de cocina que imparte a sus alumnas
es su indisciplinado, irresistible e incorregible marido. Cuando éste fallece,
Doña Flor encuentra consuelo en un aburrido y predecible farmacéutico al cual -a
su manera- también adora. Sin embargo, el fantasma de su primer marido no
va a permitir que algo tan insignificante como haber fallecido interrumpa la
fiesta y le impida gozar.
Recomendación gastronómica. Los brasileños suelen asombrarse mucho,
respecto a la cocina europea, de que pongan cada alimento en un plato distinto.
En Brasil, es típico acabar juntándolo todo (un “todo” que normalmente contiene
raciones generosas de arroz, legumbres y en muchas ocasiones carne) en una
fiesta de los sentidos tan variopinta como el carnaval. Ya puestos,
recomendamos una feijoada, aunque
debe tomarse con precaución, pues al igual que la fabada asturiana, no es muy
recomendable si después te ponen una samba y te invitan a que muevas las
caderas. Aún así, reproducimos por su originalidad esta receta de Doña Flor de
guiso de tortuga, aunque no la recomendamos tanto por la dificultad de
localizar el material como porque (para que negarlo) somos grandes admiradores
de los quelónidos:
GUISO DE TORTUGA
(Receta de doña Carmen Dias, tal como ella se la dio a doña
Flor,
habiendo ésta permitido a sus alumnos copiarla y probarla.)
<<Se toma una tortuga, después de muerta por el
procedimiento (bárbaro) de aserrarla por los lados, cuidando de que no se dañe
la caparazón. Colgar al bicho por las patas traseras, cortarle la cabeza y
dejarlo así durante una hora para que se desangre. Después, poner el animal con
el vientre para arriba y cercenarle los pies, cuidando de conservar las piernas
(o «botas») y separando de ellas la piel gruesa que las recubre. Entonces se le
extrae la carne, los menudos (hígado y corazón) y los huevos (si los hubiera),
tirando las tripas, operación que requiere especiales cuidados, debiendo
hacerse cada cosa por separado. Lavar todo, carne y vísceras, que, una vez
maceradas con los condimentos que se indicarán habrán de ponerse a fuego bajo
hasta que tomen un color de oro oscuro y exhalen un aroma particular. Los
condimentos: sal, li¬món, ajo, cebolla, tomate, pimienta y aceite, aceite suave
a voluntad>>.-
Recomendación gastronómica. Traemos a colación una de las recetas que
tiene más significado en el libro y que muestra cómo, con materiales muy
sencillos, un poquito de habilidad para la caza, cerillas, piedras y un
taparrabos, puede ejecutarse un plato delicioso. Extraído del libro, aquí
tenéis cómo preparar “perdices de Creb”: <<Ayla se llevó las gordas
aves hacia el otro lado de la muralla, hasta el hoyo que había cavado antes y
forrado de piedras. El fuego se había apagado en el fondo del hoyo pero las
piedras chisporrotearon cuando les echó unas gotas de agua. Había buscado en
diversos puntos del valle la combinación exacta de verduras y hierbas, y las
había llevado hasta el horno de piedras. Recogió uña de caballo por su sabor ligeramente
salado, ortigas, amaranto y vistosas acederas y salvia, para dar sabor. El humo
aportaría también su aroma, y la ceniza de madera, sabor a sal.
Rellenó las perdices con sus huevos envueltos en verduras: tres huevos en una de las aves y cuatro en la otra. Siempre había envuelto las perdices en hojas de parra antes de meterlas en el hoyo, pero no crecían vides en el valle. Recordó que a veces se cocinaba el pescado envuelto en heno fresco, y decidió que también podría hacerse con las aves. En cuanto tuvo las aves colocadas en la parte inferior del hoyo, amontonó más hierba encima, después piedras, y lo cubrió todo de tierra>>.
Rellenó las perdices con sus huevos envueltos en verduras: tres huevos en una de las aves y cuatro en la otra. Siempre había envuelto las perdices en hojas de parra antes de meterlas en el hoyo, pero no crecían vides en el valle. Recordó que a veces se cocinaba el pescado envuelto en heno fresco, y decidió que también podría hacerse con las aves. En cuanto tuvo las aves colocadas en la parte inferior del hoyo, amontonó más hierba encima, después piedras, y lo cubrió todo de tierra>>.
-El último chef chino. Hasta ahora es el único libro con el que nos
hemos topado que toca a fondo el tema de la gastronomía china dentro de una
historia de ficción. La novela en sí es entretenida, se lee fácil y es capaz de
trasladarte a olores y sabores que recuerdan ligeramente a los restaurantes
asiáticos tan frecuentes en España, pero con una profundidad y una serie de matices
que nunca te encontrarías en el chino de tu barrio. Como mínimo, sorprendente.
Recomendación gastronómica. La autora tiene una página web en donde detalla alguna de las recetas. No las hemos probado,
pero la verdad, con nombres tan sugerentes como “pollo del mendigo” o “pollo
fantasma”, dudo mucho que tardemos demasiado en hacerlo.
-Recetas para amar y matar. Un libro ameno, en el que desde el
principio te quedas enganchado a la personalidad de la protagonista, una
sudafricana junto con la que babearás cada vez que describa alguna de sus
creaciones culinarias, a mismo tiempo que aprendes un montón de expresiones en afrikaans.
Recomendación
gastronómica. Si hay una compañía
constante a lo largo de todo el libro, son los beskuit, una especie de
“bollitos ingleses de la hora del té” a la sudafricana,
de la que os dejamos una receta.
Ingredientes:
• 1kg de harina.
• 250g de mantequilla.
• 200ml de azucar
• 320ml de suero de leche
• 10ml de levadura
• 2 huevos
• 5ml de sal
• 25ml de aceite.
• 1kg de harina.
• 250g de mantequilla.
• 200ml de azucar
• 320ml de suero de leche
• 10ml de levadura
• 2 huevos
• 5ml de sal
• 25ml de aceite.
Se pasa la harina por un
tamiz, y se mezcla con el resto de los ingredientes secos. Se añade la
mantequilla y se mezcla a mano hasta conseguir una masa homogénea. Se añaden
los huevos y el aceite, y se mezcla bien. Se hace un hueco en el centro y se
añade el suero de leche, mezclando hasta incorporarlo por completo.
Se separa la masa en
pelotitas de unos 4 cm de diámetro y se disponen en una bandeja de horno de
unos 7 cm de profundidad.
Hornear durante 45
minutos a 180 grados (con el horno precalentado).
Sacar, cortar y hornear
de nuevo a baja temperatura (unos 100º) durante 3 horas (si es posible, con
aire) para que se sequen y queden crujientes.
-La cocina del Mundodisco. Alguna vez ya hemos hablado de Terry Pratchett, uno de los escritores
favoritos de los autores de este post. Terry, como buen inglés, no es muy de
proporcionar ideas suculentas a la historia de la cocina. Casi que al
contrario, pues las recetas atribuidas a los enanos (ratas con kétchup; ¿te
resulta asqueroso? Prueba a probarlas sin kétchup), incluyendo su famoso pan,
tan duro que puedes sentarte en él, no abren demasiado el apetito. No obstante,
en una de las novelas de la saga del Mundisco se menciona un picante –en todos
los sentidos- libro de recetas con el cual Tata Ogg acabó consiguiendo una
fortuna, no se sabe muy bien si por su contenido en deliciosos platos o en
comentarios subidos de tono. En todo caso, os recomendamos que compréis, en
alguna librería física o digital, el “Nanny
Ogg’s Cookbook”, la versión que se vende en este lado del multiverso. Seguro
que, hasta la puntita, no tiene ningún desperdicio.
Recomendación gastronómica. Mientras aguardáis la llegada del libro, de
momento os recomendamos una receta en el blog de Cris Kitchen que se inspiró en un plato de curry
elaborado por Tata Ogg. Así conseguiréis que os suba la temperatura… por el
curry, claro.
-Fabada a muerte en
Cocina&Fusión. Dos palabras: te
descojonas. No podemos ser más sinceros. El autor, Falsarius Chef, lleva ya
unos años haciéndose famoso gracias a su estrafalaria apariencia (las gafas y
la nariz postiza a lo Groucho Marx no desprenden demasiada confianza) y a las
recetas de “falsa cocina” que en televisión, libros y en su propio blog emplean elementos
con tan poco glamour como latas de conservas, botes de legumbres cocidas o
vasitos de arroz al microondas. En este caso, el propio Falsarius es el
protagonista de la novela, donde nos plantea la resolución de un crimen al
mismo tiempo que trata de pasar desapercibido en medio del prestigioso evento
culinario de “Cocina&Fusión”. Las ventajas adicionales del libro, tal y
como lo describiría el propio Falsarisus Chef, es que vienen las recetas al
final, y además se lee en dos carcajadas. Ideal para los que siempre le han
tenido miedo a la cocina y al fin se han atrevido a preguntar.
Recomendación gastronómica. A pesar de que Falsarius es un especialista
en latas (y eso queda bien claro a lo largo de la trama de la novela), hoy
vamos a recomendar una sorprendente especialidad: la empanalleta, un snack que combina las mejores
propiedades tanto de las galletas como de las empanadillas, y que harán las
delicias de aquellos que no son capaces de decidirse sobre qué tomar a media
mañana.
Receta
de las Empanalletas
Vamos a
utilizar puré de manzana de bote y unas pasas. Que las pasas, como ya eran
abuelas cuando las compramos, no decepcionan nunca.
Ingredientes: 1 bote de puré de manzanas (el mío de Hero y se encuentra en el Carrefour, por ejemplo), 1 paquete de pasas, 1 paquete de masa para empanadillas, azúcar y canela.
Ingredientes: 1 bote de puré de manzanas (el mío de Hero y se encuentra en el Carrefour, por ejemplo), 1 paquete de pasas, 1 paquete de masa para empanadillas, azúcar y canela.
Preparación: sacamos la bandeja del horno y lo ponemos a calentar a 200 grados. Ponemos un plato hondo con azúcar, humedecemos con agua la oblea de empanadilla un poco por una cara y la ponemos sobre en la azúcar, presionando, para que se quede pegadilla. Sacamos la empanadilla y por el otro lado ponemos unas pasas, una cucharadita de puré de manzana, un poco de azúcar y espolvoreamos con canela. Cerramos, sellando los bordes con un tenedor. Cuando tengamos listas todas las que queramos, extendemos papel de horno (o papel de aluminio) en la bandeja del horno, ponemos las empanadillas encima y adentro. En 10 o 12 minutos estarán listas y el azúcar del exterior endurecida, lo que va darles al morderlas un aire crujiente de galleta, que luego con el interior blandito, se nos convierte en gozosa empanadilla de manzana.
Esperamos que estas recomendaciones os hayan resultado
muy gustosas. Para los que os hayáis quedado con hambre, no guardéis reparo. El
próximo post sobre el tema tendrá un toque parecido, pero estará dedicado, en
vez de a libros, a películas. Hasta entonces, felices lecturas, y también
felices banquetes. Bon apettit.