Para mi, es uno de esos enemigos a combatir.
Por eso, nos hicimos un trato en casa: introducir en nuestra cocina esas verduras a las que les tenemos tirria y hacer algo sabroso con ellas. Y no vale usarlas de guarnición.
Este es el primer paso de ese trato, con medio repollo mirándonos desde el fondo de la nevera expectante, pensé en hacer algo con él que no fuera cocerlo o saltearlo con ajitos y pimentón (con todos mis respetos a quien le guste), y ¿qué mejor que esconderlo dentro de una masa de empanadilla, que visualmente resulta de lo más atractivo?
Pues están hasta buenas. Hasta muy buenas. Quiero más.
¿A que apetecen?
Pues vamos a ello:
- Ingredientes:
- 1 o 2 paquetes de obleas de empanadillas de La Cocinera (las de toda la vida, seguro que otras también sirven)
- Medio repollo
- Una tarrina de queso filadelphia light ( o no light, he ahí la cuestión)
- Grasilla para guisar: margarina, mantequilla o aceite de oliva, yo hice una mezcla de las tres (unas 4 cucharadas de margarina, una de mantequilla y una de aceite)
- Un buen puñado de nueces.
Se montan las empanadillas con el relleno (se pone la oblea sobre papel de hornear en la bandeja de horno, se pone una cucharada de relleno en el medio, se dobla por la mitad y se presionan las juntas para que no se abra a medio cocinar), y se meten al horno unos 12 minutos (vigilar, si se tuestan, listas!). Se sacan con cuidado y se espera intranquilamente hasta que se enfríen. Porque queman.
Están muy buenas recién hechas, pero casi me atrevería a decir que al día siguiente están mejor.
¡Ánimo valientes!